Publicado 29/09/2025
El autor era un adulto cuando se publica este artículo. Tenía 78 años.
Debí decirte ven, aquella tarde,
toma mi mano y acerca tu fulgor,
tu fuego, tu verdad, tu resplandor
a todo lo que te brindo y que me arde.
Tómala ya, sin ley ni prejuicios,
que estoy esperando en tu mirada
el ya vengo, mi amor, a tu alborada,
a tu lecho, a tu calor y a tus oficios.
No dije ven y en ello me confunde
el momento, la tarde, tus esencias
y el eco de un amor que no responde.
Allá quedaste, lejana de mis días,
perdida en las tinieblas de la ausencia
en la trastienda sin luz de mis porfías.